Dichosa quietud
Es en la quietud donde reposa lo absoluto, hallándose la mente apaciguada y serena, recogida en un bello ensimismamiento de claridad. Pero la quietud necesita de un destello de movimiento para que aflore el ritmo espiritual (la respiración), pues como expresa una frase taoísta : “ La quietud en la quietud no es la verdadera quietud” ( Ts'ai Ken t'an) . Yin necesita de yang como la noche del sol para poder completar su círculo perfecto de vida. No hablamos de una quietud circunstancial sino de una quietud que asume lo circunstancial de las cosas, elevándose sobre ellas. Es decir, a pesar del ruido de afuera (el mundo) o de dentro (la propia mente) es posible reposar en -observar desde- la quietud intrínseca que todo lo impregna y en la cual penetramos fácilmente a través de la meditación. Nunca puede ser difícil llegar a la quietud, porque el meditador comprende que ya está allí y solamente tiene que posarse sobre ella, al igual que se posa la cabeza sobre una suave almo