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Mostrando entradas de enero, 2011

Vida hacia su mar

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La belleza de tu jardín brota del alma que da vida al mundo. Tú eres el jardín, la vida, la belleza, este mundo. El siempre brotar. La siempre rosa. El amor de tu corazón habita en mi espíritu, aquel que da lugar a ti en gestos, miradas, palabras que deslumbran… Somos la herida sanada, el deseo que vuela hacia su cumbre, el sueño que humano se encamina hacia un sereno despertar. Seamos vida, vida solamente, vida fluyendo hacia su mar.

La tranquilidad dichosa

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La tranquilidad es el resultado de una mente liberada, que no es afectada por las circunstancias exteriores. Cuando la tranquilidad es la base firme, hagamos lo que hagamos, pase lo que pase, nada nos puede afectar, nada puede modificar ese estado íntimo de ánimo dichoso. En ningún modo hablamos de un estado superficial, prefabricado, sino de una desembocadura hacia lo que somos, hacia ese océano pleno y pacífico que es el encuentro con el Ser. Ahí ya todo es, somos, efectivamente el Todo, y esa conciencia, la nuestra propia, tal llegada al origen que siempre nos ha acompañado, supone un reencuentro fundamental con la raíz básica del árbol de la vida, aquel que crece y da frutos por sí solo, por el mero hecho de estar vivo, enraizado a su fuente. Esta es la dicha que nos es dada, tranquilidad genuina, felicidad suprema de la conciencia de ser. Esta es la dicha total del ser consciente. Del sentirse vivo y uno con la Vida plena.

Aquí y ahora

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En cada momento la conciencia está aquí, contigo, desplegando el mundo. El ser siempre está aquí aunque los fenómenos –los sueños de la mente- en apariencia lleguen y se vayan. Tú no vas. Tu existencia es presencia no condicionada, más allá de las formas. Los condicionamientos mentales obstaculizan que el ser fluya de un modo absolutamente consciente; distraen la atención mediante un cúmulo de ideas que han ido calando en la mente y conformando unos hábitos y actitudes dependientes de tales ideas y creencias. Observar lo que sucede ahora, tu respiración, el mundo, la simpleza de las cosas, sin llenarlas con juicios y prejuicios personales, nos ubica inmediatamente en el sendero de la conciencia, del solo estar -aquí y ahora- sin otro objetivo que respirar la vida en cada momento presente. Cuando nos vaciamos por completo, cuando nos soltamos de los prejuicios y miedos que nos estancan, fluimos libremente con lo que es, con lo que sucede, con la vida llamando a nuestra puerta par

La luz del corazón

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Vive unificado en ti. Lo externo no es más que un reflejo de lo interno, como la luna reflejada en el agua. Lo interno no es más que otro reflejo del gran Corazón, como el sol dando brillo e imagen a la luna. Por tanto, lo Uno, el Corazón, es la verdad que vive siempre en ti, la pura llama de conciencia del Ser, siempre brillando, siempre vibrante en el eterno instante. Todos somos Uno. Todo se clarifica al asentar el alma en su fuente, en su claridad no-dual y unísona. Se desvela en la paz, en la quietud, en el silencio que no lucha con nada y que es con todo hermandad y dicha. Tú ya eres todo lo que puedas estar buscando, el camino y la meta, la búsqueda y el hallazgo. Principio y fin parten y llegan a ti. El silencio conjuga en sinfonía a la vida en armonía, a la vida en ti, como sol interior irradiando sus destellos de conciencia unificadora; sol del corazón que late en amor, en la dicha presente que respiras, siendo ya y por siempre todo lo que eres, luz de la verdad manifiesta

Fluir

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Dejarse llevar por la vida es un aspecto fundamental que está quedando muy relegado en nuestro modo de vida actual. Acostumbrados a pensar que somos los hacedores de todo, a sentirnos responsables de lo que hacemos, de los resultados, vivimos continuamente en una situación de profunda inestabilidad, a expensas de los efectos exteriores, los cuales motivan o desmotivan nuestro comportamiento ulterior. Vivir para el mañana equivale a abandonar lo que ahora somos, que es todo lo que en verdad podemos ser. La realización siempre es presente. Siempre está aquí, desplegada y visible. Vivir dejándose llevar no supone dejar de hacer sino comprender que todo lo que sucede ocurre porque ha de ser así, es decir, porque la vida, en su fluir natural, nos va llevando a donde ha de ir. Mediante una actitud tranquila, de observadores de nosotros mismos, nos desidentificamos de aquello que afecta al ego, trascendiendo la ilusión de lo que no somos y entrando en un espacio de libertad interior, fluida

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