El verdadero amor no tiene fronteras, ni experimenta separación alguna. El verdadero amor nada pide ni exige, pues solo se expresa como entrega, libertad y dicha plenas. El verdadero amor es lo que queda cuando nos desprendemos incluso de nosotros mismos, del sentimiento de individualidad, que es el que crea separación y conflicto. Por eso el amor es sinónimo de no-dualidad. No es un estado, pues para que haya un estado alguien ha de estar ahí experimentando ese estado. ¿Y quién está ahí cuando el amor es? Este amor esencial del que hablo desintegra todo átomo de individualidad. Amor es presencia plena, desapegada, en comunión con la realidad, en el aquí y ahora. Este tipo de amor sana siempre, es amor espiritual. El amor espiritual es la consecuencia de la dicha y de la paz en uno mismo, es decir, de un profundo y absoluto amor propio, no en el sentido del ego sino amor hacia la naturaleza real de uno: el ser, lo que nunca cambia, el gozo profundo de la comprensión del Sí-mism