No puede haber ego sin atención. Pero puede haber atención sin ego. Esto último es el estado de meditación, la mente clara y pura. Esta es la naturaleza de la mente -o mejor dicho, de la no mente- del Buda. Solo esa mente -no dependiente de la realidad egótica y condicionada- puede acceder a la dicha, a la armonía verdadera, a la paz genuina que brota del interior, pues para que el sol resplandezca las nubes han de apartarse. La atención natural -antes de que el pensamiento aparezca- es la puerta a la realidad de la conciencia pura. Cuando esta realidad se va haciendo más evidente, más presente en nosotros, vivimos espontáneamente la libertad de ser en conexión profunda con lo que verdaderamente somos: presencia y paz momento a momento, en un presente sin tiempo, abrazando con apertura amorosa cada instante, sin luchas ni resistencias, sin temores o expectativas, simplemente entregados al ahora, sin querer apropiarnos de él, fluyendo con él, con este sueño misterioso que es existir,
No necesitas pensar para respirar, para sentir, para escuchar el agua de la lluvia, para oler una flor, para amar. No necesitas pensar para contemplar un atardecer, para pasear por un bosque. No necesitas pensar para ser, para existir aquí y ahora, para escuchar el silencio que brota en la no mente. Cuando no hay pensamiento y respiras, no hay alguien que se observa respirando, solo hay respirar. El pensamiento crea la idea de un yo que hace “cosas”. Pero el ser está más allá de un sujeto-objeto, de un alguien… El ser no se puede limitar. El pensamiento es una composición de significados. Significados que están enmarcados en una palabra. Son símbolos que representan la realidad. Pero la realidad no es el pensamiento. Es más, el pensamiento altera y nos aleja de la realidad. La realidad puede ser presenciada, sin más, en la pura conciencia atenta antes del pensamiento. Ahí se encuentra el espacio de la meditación, en la conciencia sin nombre ni forma, no alterada por un yo separado del
Instante Agua que recorre mi piel Respiro El sol amaneciendo En mi imperturbable soledad Soy éter de luz Enigma del ahora Sin nombre En el bosque me reconozco Encuentro mi nombre Sin nombre No soy Me llamo nadie Me llamo enigma Me llamo sueño Luz Vida Silencio Silencio eterno Una voz que calla Y es música Un cuerpo que flota Y es rastro Del misterio Soy lo que no puede ser nombrado Soy la voz que duerme En el sereno brotar Del arroyo Soy el no nacido Que sin ser toma conciencia Y guarda silencio Como luz tenue Que inaugura el sereno comienzo Del sueño profundo Donde no soy Y el no saber Me alcanza Y me abraza Por siempre
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