Meditación guiada: Aceptando este momento




Meditación guiada en texto:

Encuentra una postura cómoda en un lugar que te permita dedicar un tiempo para ti, sin nada más que hacer. Toma una respiración profunda si lo deseas, una respiración realmente consciente y amplia. Hazlo un par de veces más, completamente presente en lo que está sucediendo: el hecho de respirar. Ya no hay nada que hacer, salvo continuar observando el suceder de tu respiración. Este hecho te va a acercar a ti mismo aún más. Te va a ayudar a salir del laberinto de la mente y sus continuas estratagemas para huir del momento presente, pensando en el quehacer cotidiano, en las obligaciones, en las tareas, deseos, proyectos, etc. No pasa nada por asumir y aceptar ese agotamiento que la vida diaria conlleva. No te culpes por ello. Forma parte de la vida. Pero permítete parar. Permítete reconocer este instante único. ¿Qué hay ahora aquí? ¿Hace falta algo? ¿Necesitas algo? ¿Puedes decir ahora mismo que no necesitas nada, que todo está bien como es? ¿Te das cuenta de lo maravilloso que resulta decir eso? Y lo que es más importante, sentirlo. ¿Puedes sentir por este momento que todo está bien? ¿Que no te hace falta para ser? ¿Que no te hace falta nada para completarte? Pues, ya estás completo. Pues, ahora, eres. Eres este momento, esta presencia, esta vivencia sentida. Puedes oler, escuchar, ver, respirar… Vuelve a reconocer tu respiración. Está ahí. Contigo. Es tu energía. Es la luz que ahora te alumbra. Es un rastro de lo sin forma que en ti habita. Es parte del misterio de la vida. El aliento vital… Nota el ir y venir del aire entrando y saliendo suavemente por tus fosas nasales. Esta es la gran tarea a realizar. La tarea más importante y más fácil. La tarea que tienes ante ti en este momento: tú mismo, respirando, siendo, viviendo… 

¿Sientes en este momento alguna sensación incómoda, una inquietud, un malestar? Alguna sensación de que no puedes parar el pensamiento, de que hay una emoción incómoda, ansiosa, que te impide estar en paz. Bueno, comienza por observar eso, por sentirlo en tu cuerpo. Obsérvalo sin juicio, simplemente nota qué sucede en tu cuerpo con todo esto. Trata de irte a la experiencia corpórea, pues es ahí donde quizá ese malestar quiere que llegues para poder liberarse. Atiéndelo con amor, con tolerancia, con compasión... No trates de reprimir lo que sucede, acógelo desde tu respiración, desde tu corazón, desde tu capacidad de no juicio, con apertura y profunda aceptación. Deje que tu respiración sea el vehículo que te permita viajar dentro de ti. Profundiza en tu respiración, suaviza tus aliento, como si acariciaras a una mariposa, con enorme cuidado y sensibilidad. Y date cuenta de que no tienes que ir a ningún lado, de que no tiene que suceder nada más... La mente siempre está esperando que suceda algo... Siempre espera obtener algo más... Pero hay algo mucho más grande que la mente que es la pura conciencia, la pura conciencia de este momento, el centro mismo de la vida y del ser surgiendo, teniendo lugar. Y tú puedes ser el espectador de esta grandiosa y pacífica obra, de este sereno y amoroso instante sin tiempo. Desde tu respiración, desde tu conciencia presenciando espontáneamente todo cuanto surge, sin querer negar nada, sin rechazar nada... Algo probablemente se va a empezar a liberar. La necesidad de control, la resistencia a ser tu mismo. Pero eso no sirve para nada. Tu espíritu lo sabe, tu ser lo siente y este instante es perfecto tal cual es. Abierto, presente, vivo en el amor natural que brota a cada momento en ti... Saboréalo. Eres la presencia sin juicio, el silencio respirado, la calma meciendo el centro de tu corazón.

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