Encontrar la paz interior
El verdadero descanso sucede cuando hay calma y paz. A veces necesitas ese descanso perfecto, donde te rindes completamente a este momento y dejas que tu cuerpo y tu mente se abandonen al silencio, al no hacer, al dejarse ir... Y entonces aparece el milagro, el éxtasis de la quietud que nos regala una paz inconmensurable.
Pero estamos completamente absorbidos por el hacer, parece que si no hacemos el mundo se acaba y realmente ya no sabemos cómo dejar de hacer a no ser que sea a través de llegar al agotamiento, al ejercicio agresivo, de llevar al cuerpo y a la mente al límite de sus posibilidades. Pero ese agotamiento no trae descanso ni renovación, solamente añade más desasosiego, lucha y sufrimiento porque hemos perdido la capacidad innata de escuchar lo que nuestro ser necesita, que incluye parar, descansar, sentirse, meditar, relajarse en la respiración natural y consciente. Pero, ¿y cómo hacer eso? Esa es la eterna pregunta de la mente. Pregunta sin respuesta, porque la pregunta correcta sería: ¿Cómo no hacer eso? Es decir, todo pasa por la comprensión de que tu estado natural es la paz y el reposo. Si esa comprensión llega, ¿cómo no estar ahí?, ¿cómo no estar en lo natural? Mas allá de la acción o la inacción el reposo es el trasfondo que nos sostiene. Incluso cuando la acción sucede puede haber paz de fondo.
Al igual que el barco navega y el océano no se inmuta por el barco, el océano solo es el trasfondo que permite el viaje. Incluso aunque la superficie del océano esté revuelta el fondo del océano permanece inmutable y sereno. Así que, ¿cómo dejar de hacer? Eso no es posible, sería otra acción. Todo pasa por ser conscientes, por darnos cuenta incluso de la imposibilidad de no hacer. Darnos cuenta de nuestro estado, sin negarlo, sin huir de él. Este es el primer paso. Ser responsables de nosotros mismos. Nada ni nadie más puede tomar conciencia de nuestro estado, ni puede sanarte.
La sanación está en ti y en permitirte primeramente ser lo que eres. En permitir que haya lo que haya, ahora. Entonces no estarás luchando continuamente. La mente no estará yéndose continuamente a otros lugares. Estarás aquí y ahora, contigo, en lo que sea que quiera que haya. Y así irás reconociendo de nuevo ese trasfondo de calma que hay en ti, ese océano profundo inmutable más allá de las circunstancias. Ese espacio sagrado que hay en ti y que está siempre presente. Entonces este instante sagrado se convierte en tu morada de descanso genuino, verdadero. Has vuelto a conquistar tu ser natural. Entonces, la pregunta será: ¿cómo no estar aquí si es lo que soy?, ¿cómo no voy a amar si soy amor?, ¿cómo no sentir paz si soy paz? Paz pura y serena, bañada por un océano inagotable de amor.
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