Vivir el ahora

Viviendo el momento presente -de forma completa, en plena atención- se logra comprender la eternidad. Cuando sólo hay lo que existe en este momento, nuestra acción se convierte en un no-hacer, en un dejarse llevar, en espontaneidad absoluta. Nos dice el Tao Te King: “Pocas cosas bajo el cielo son tan instructivas como las lecciones del Silencio y tan beneficiosas como los frutos del No-Hacer”. El Tao es el movimiento mismo de las cosas, poniendo la conciencia ahí, sin tratar de mover nada a nuestra manera forzada; y sólo de esta manera es posible fluir con la vida: en la danza espontánea que deviene del instante presenciado en el momento en que sucede, pues no hay otra presencia que el presente.

El recuerdo es el camino que toma el olvido una vez que se desvanece el presente culminando su ruta hacia ninguna parte. El recuerdo también es un acto presente que se pone ante nuestros ojos para tomar conciencia de que nada permanece, dejando su huella ser difuminada por el viento del olvido hasta que finalmente la borra, tal que la luz borra la noche y la amanece. Vivir en el ahora supone vivir completamente, haciendo nada más que lo que ha hacerse, comprendiendo nada más que lo que debe comprenderse y no aquello que interpretamos que ha de verse. Revisar lo vivido es como recordar la fragancia de la rosa, su esencia ya no es real, el contacto directo se ha perdido y con ello su verdad.

Escribió Vicente Huidobro: “Por qué cantáis la rosa ¡oh, Poetas! Hacedla florecer en el poema”. Pues la rosa misma es ya la canción, la vida misma es la canción; y florece a cada instante. ¿Por qué perdernos ese instante glorioso llevando la mente a otra parte que en verdad no existe? De todo esto nos han hablado los grandes sabios de nuestro tiempo, nos lo han ‘recordado’ una y otra vez, porque nuestra memoria, a pesar de todo, olvida continuamente, pues la mente está fijada ineludiblemente al presente, a lo real que acontece. Es su estado natural.

No hay verdad más allá de la comprensión directa de las cosas, esa comprensión nacida directamente de la vida. Krishnamurti lo expresó mejor: “La verdad está en la comprensión, sólo puedes verla si sabes verla en tu vida”. La vida es el auténtico laboratorio del científico del espíritu, su vida misma, su vida aconteciendo en su ser, fundiéndose lo vivido en la luminosa eternidad de lo simultáneo, en la luminosa percepción sin timón perceptor, dejando que guíe el barco el viento y las olas del ser.

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