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Mostrando entradas de 2008

El nirvana final (Despedida de Buda y Ananda)

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Libre de las cadenas del tiempo diviso el horizonte del silencio, frente al vacío exploro mi conciencia detenida en la quietud de los abismos. Hay lágrimas de belleza en el interior de este alma agotada, en el espacio de los astros de luz, en el corazón de todas las cosas. Ananda llora mi partida como un niño asustado, quisiera decirle que me acompañe… pero es imposible. El camino final es de uno solo. -¿Hacia dónde vas ahora, después de tanto tiempo juntos? ¿Por qué me dejas? -Este es el momento de separarnos, mi querido Ananda. Pero antes quiero decirte algo, serán mis últimas palabras, mi última enseñanza. -¿Dime qué es? Te escucho atentamente. -Sé tu propia luz. Ananda supo en ese instante lo que yo pude entender a lo largo de muchos años de meditación y soledad. Ambos comprendimos, en el abrazo último, que volveríamos a encontrarnos próximamente, allí donde el tiempo no existe y la rueda deja de girar, para siempre.

Estrellas del paraíso

A mi padre Vive la noche en mis ojos de luna despierta recorriendo el misterio de lo inconcebible Vive mi mundo en las estrellas del infinito a través del sueño y el amor por lo eterno Vivo en la profundidad de los océanos atravesando la espesura del tiempo en busca del esplendor de las luces El sol calienta mis pupilas de nieve y la luna enfría la llama de mi corazón Día y noche, dentro y fuera de mí mismo, avanzan y se ocultan calmando la herida del sordo vacío de la existencia Alguien canta a lo lejos pronunciando mi nombre: ¿es Dios, la muerte, la nada, soy yo mismo? Alguien canta a lo lejos detrás de la luna en algún lugar del infinito donde los hombres no existen y el tiempo y el espacio se expanden hacia el frío incontenible Vuela la razón por ese eco funesto y oculta su miedo en la esperanza de que el sol nunca se dé por vencido Y nunca lo hará, porque está dentro de ti y tú puedes invocarlo Nunca lo hará, te lo juro, porque no hay noche que venza a la luz de la espera

El enigma de la vida

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La vida es un enigma que se resuelve por sí solo. No hace falta buscar demasiado, está ahí, sin más, frente a nosotros. En el trayecto de nuestros anhelos y deseos siempre ocurre algo que nos hace ver lo que no atisbábamos. Y no era tan complicado, sólo había que estar presente en el ahora, lejos de nuestras cavilaciones internas que hacen desviar la atención de lo que late frente a nosotros: la presencia reveladora del enigma, el fugaz encuentro con la esencia del problema, con la mágica clave. Sólo hay que estar atento, un segundo acaso de íntimo silencio, para que la vida, una vez más, nos haga comprender que este juego de misterios y de obstáculos se resuelve cuando estamos, verdaderamente, presentes y dispuestos a vivir el enigma, con la atención parcial de un testigo que como un reflejo en el agua, siempre es fiel a devolver la imagen de quien le observa.

Ser desvelado

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Con la mirada puesta en el interior Solamente aspiro a oír el vacío Con el corazón puesto en el Ser Invoco latidos de amor Y sueños de silencio Con la confianza necesaria Puesta en la voluntad Despierto del sueño Que ya me olvida Y recuerdo aquello Imposible de olvidar Sí, recuerdo sencillamente Quién soy El soplo en el sueño Que serena un nuevo viento De despierta quietud Albacete, 22-11-2008

El mundo de la ilusión

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Nazco cada segundo en realidades distintas En otros mundos que se alejan y que apenas Reconozco como parte de lo que soy Nazco en la otredad de paraísos derruidos por la memoria En pedazos de sombras ajenas que susurran mi nombre Sin conocer mi rostro verdadero ni mi alma No sé dónde estoy ni a dónde he de ir para representar Lo que acaso responda tenuemente a la imagen del ser Que me habita En este juego de luces y de sombras Donde la identidad es un espejo deforme De realidades difusas Hago gritar a mi voz los destellos de mi alma Pero inútilmente En este espacio ilusorio de símbolos melódicos El canto es un eco -impreciso, perdido, ausente- De lo efímero Y mi Yo –baldía identificación- no representa al Ser que soy, Ni estos versos hablan de un poeta Ni esta duda saciará respuestas Ni quedarán evangelios Que reflejen alguna verdad Sólo quedará –siempre- el espejo marcando la distancia Entre tú, y yo, y los otros, y la incomprensión Y acaso un silencio de cómplice amor

La brújula del despertar (Libertad y destino)

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Existir supone ensayar. Y ensayar supone equivocarse, aprender de los errores, corregir y seguir ensayando. Resulta difícil reconocer el equívoco. Podemos caminar inconscientemente por un sendero incorrecto, finalmente nos damos cuenta, cuando nos percatamos de que ese sendero no nos lleva a ningún sitio, de que solamente nos está produciendo sufrimiento, ansiedad, desorientación existencial. Entonces tratamos de encarrilar, de advertir los pasos mal dados para encauzar el tránsito. Nunca es tarde, ni siquiera cuando la fatiga nos impide el ánimo para desentrañar la madeja de la confusión. Nunca es tarde si mantenemos, aunque sólo sea, un ápice de confianza. No hay pasos baldíos completamente, todo nos muestra una enseñanza, incluso el error, o quizás el error sobre todo. El error nos muestra la certeza de nuestra naturaleza humana más instintiva. Aquella que nos conduce a equivocarnos en pos de nuestro beneficio superviviente, egoísta. El instinto del deseo nos lleva a querer aquello

VÍDEO: El sol del bodhisattva (Poema budista)

AUTOR DEL TEXTO Y REALIZACIÓN: JOSÉ MANUEL MARTÍNEZ SÁNCHEZ MÚSICA: WAH! EL SOL DEL BODHISATTVA El viento nace profundo desde el silencio del horizonte, camina tu corazón los pasos de la vida y de la muerte en un mismo segundo, en una misma eternidad, en un solo latir fugaz e inconquistable. Tu corazón es ese viento que palpita y lo hace surgir todo desde la nada. Caminas lejos de las sombras, como un soldado que no teme al mañana ni al frío cautiverio de ser el dueño de lo efímero. Vives sin prisa en una guerra que no temes, porque la materia del temor no te reconoce y aplacas la ira de los injustos regalando tu silencio. Lo das todo a cambio de nada y por eso te has ganado a ti mismo. Eres el Buda de la entrega, del amor que no desespera recompensas. Tu entrega es tu regalo, y tu corazón un tesoro que todos buscan afuera. Tú vives dentro, y como la luz, te proyectas de inmediato en lo oscuro, otorgando claridad y destellos de pureza. Los otros miran el s

Vida más allá de la vida

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¿Queda el impacto eterno del silencio en la herida de la muerte? Nadie sabe y pocos se atreven a contestar. Proponer que exista algo más allá de lo que somos -físicamente- supone aventurarnos a la imaginación, trasladar el intelecto a un campo epistemológico cuya lógica y objetividad conceptual puede superar lo común; e incluso violar la legitimidad de los actos racionales. Pero, ¿qué otra pregunta más importante que esa puede hacerse el hombre respecto a su destino? La verdadera propuesta filosófica para este siglo XXI, tan crítico para la supervivencia de la especie humana, debería ser esa, esto es, la pregunta por el destino 'postfísico' del ser humano, si es que lo hubiera. Establecer un discurso científico-filosófico sobre las posibilidades de la supervivencia del espíritu en el hombre. Empresa difícil, sobre todo al hablar de discurso científico, pero no por ello irrealizable, teniendo en cuenta la multitud de teorías astrofísicas que los científicos han imaginado superan

Otra nueva refutación del tiempo

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Buda dijo "Aes dhammo sanantano": "Sólo una ley lo rige todo, una ley eterna". Es cierto, la fuerza del 'dharma' lo abarca todo, comprende la pura esencia de la realidad. A menudo nos cuesta aceptar que el tiempo es una ilusión, un ignoto transcurrir donde nuestra memoria va marcando lo perdido con las señales de la melancolía y la nostalgia: el hiriente anhelo del regreso a nuestra Ítaca perdida. Esa es, precisamente, la etimología de la palabra griega 'nostalgia'. 'Nostos' significa 'regreso' y 'algos' dolor. La nostalgia es el dolor que produce el no poder regresar a lo que una vez sentimos como nuestro. La ley de la vida nos enseña a ir aceptando lo perdido, a reconocer que el tiempo pasado es una pura ficción, algo que no tiene identidad ni existencia. Mirar atrás resulta como mirar a una nada que la semiótica de nuestra imaginación ha ido llenando de símbolos e impenetrables metáforas de lo que una vez fue. Ir hacia el

Los últimos instantes de nuestra vida

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¿Cómo serán los últimos instantes de nuestra vida? ¿Igual que cuando apagamos la lámpara al caer la noche, para irnos a dormir? ¿Será eso? ¿Un profundo sueño, un sueño eterno de silencio oscuro? "Luz... más luz", dijo Goethe instantes antes de fallecer, pidió que abrieran las ventanas. La oscuridad le vencía cada vez más, hasta que al final... la oscuridad se lo llevó, y todo consigo. ¿Qué vida nos prometen los profetas religiosos de la Tierra? ¿Qué luz divisan más allá de este sol de todos los días que nos quema si lo miramos fijamente? ¿Qué luz más allá de la luz será la que nos espere cuando cerremos los ojos y sueñen los latidos de nuestro corazón su nuevo ritmo profundo e infinito? ¿Qué sueño más allá del sueño de la vida nos depara esta ilusión que llamamos muerte, de la que nunca nadie regresó de su visita? Cuando llegue el decreto de nuestro último sueño, la noche en que una oración de consuelo no es suficiente para aliviar lo insondable, yo pediré luz... más luz...

El sentido de la vida o el juego del Ser

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La realidad, a veces, es difícil de comprender. Uno nunca termina de acostumbrarse al sufrimiento y no deja de preguntarse su porqué, el sentido del mismo. El sufrimiento, por unos motivos u otros, en mayor o menor medida, es algo que compartimos todos los seres sintientes. La vida tiene etapas difíciles, otras mejores... y siempre persiste esa búsqueda del corazón, ese anhelo de felicidad y esa necesidad de desalojar al sufrimiento. Para Buda ese era el sentido de la vida: la liberación del sufrimiento. La idea del 'nirvana' se nos puede hacer lejana, como inconquistable. Esa meta de alcanzar la felicidad máxima más allá del 'samsara', de despojarnos no sólo del sufrimiento en esta vida, sino también del acumulado en vidas pasadas (karma) y dejar, finalmente, de reencarnarnos, para ser libres por siempre. La experiencia de la vida nos enseña a cambiar, a mejorar, a apaciguar nuestros deseos, a equilibrar el alma. Poco a poco nos vamos haciendo más comprensivos con noso

Nuestras vidas son los ríos...

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Nuestras vidas son una pequeña gota de agua vertida en el océano de la eternidad. Vivimos nuestro átomo de tiempo asignado como si de una larguísima obra argumental se tratase, pero no es más que un frágil soplo de aire, una fracción de segundo perdida en el infinito al ocaso de nuestras vidas. Borges dijo: "Sólo una cosa no hay. Es el olvido". Pero, ¿podemos estar seguros de ello?, ¿tendremos recuerdo de nosotros mismos, de lo que fuimos, de lo que pensamos o amamos, cuando ya no estemos aquí y sea la muerte nuestro único señorío? Nada o todo, esa es la gran pregunta hacia la que se dirige nuestro río de la vida, ¿hacia el mar o hacia el desierto? Quizá lo mejor sea conservar la esperanza de no naufragar en el olvido. La esperanza de ser algo más que cuerpo y mente en el tiempo físico, la esperanza de formar parte de algo Superior que nos salve de la nada eterna: el Ser, la Consciencia Universal, la Divinidad... No sé, a veces me siento como un niño impotente que ha olvidado

Budismo y meditación

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El pilar central del budismo, desde donde se sustenta toda su base práctica, es la meditación. El ejercicio de la meditación supone un tiempo sagrado para el practicante budista, el cual se sitúa frente a sí mismo, frente a su 'atman', y camina en la quietud del silencio por el no-tiempo que todo segundo envuelve, disipándolo, anulándolo, para hacer de él un único instante, una eternidad cósmica remando por la consciencia vacía y serena de su Ser. Si bien se ha discutido mucho -en la teorización budista- acerca de la existencia del Yo (recordemos la tercera de las características del ser o devenir formulada por Buda: 'anatman', esto es, 'ausencia de Yo') no podemos, sin embargo, dejar de hablar del Ser, con mayúsculas, como sustrato del Yo y esencia del mismo. El Ser es una esencia mientras que el Yo un accidente. La meditación trabaja con el Ser y disipa las sombras del Yo, las que etiquetan, adjetivizan, nombran, categorizan, seleccionan... Todo eso no importa

VÍDEO: Buscando la paz interior

Texto y locución: José Manuel Martínez Sánchez

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