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Mostrando entradas de febrero, 2010

El Todo en todas las partes

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La mente busca identificarse con algo constantemente y al hacerlo se torna selectiva, de hecho es selectiva por naturaleza. No obstante, con cualquier cosa que se identifique no será real, porque es incompleta, restrictiva, toma una parte del todo. La mente no sabe lo que sabe, porque no lo observa, lo obvia. Saber y sabor tienen la misma raíz etimológica; sabe –pues- el que conoce el sabor de las cosas. Y ese sabor se experimenta, se prueba; y de esta forma es como se adquiere el conocimiento. En toda acción hay el sabor del conocimiento al atender claramente al movimiento que conduce del observador hacia lo observado, comprendiendo su no escisión, es decir, mediante la atención a la propia experiencia y su integración de la multiplicidad consecuente –o no dualidad- de los hechos o fenómenos acontecidos. Vemos así que toda diferencia conforma un todo global, una unidad mayor, una plenitud inherente a su diversidad aparente, al igual que fonemas distintos constituyen una unidad de sent

Raíz de lo alto

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Vivo en ti, raíz de lo alto, luz del ser que me da forma, raíz profunda de lo profundo. De claridad infinita, tu sin fin trae mi comienzo y amanece lo amanecido, en resonancia del sentir que da su voz a lo amplio encontrado. Tanta trasparencia asoma en tu llegada que me olvido en lo que soy y me doy al nacer del instante, en este rumor de armonía tuya que ilumina mi vigilia y culmina todo ahora deshaciendo el tiempo, abriendo un sendero de amor sagrado como luz floreciente que florece. Y así regreso vacío, de amor e inocencia alumbrado, a tu claro paraíso, a la luz y a esta raíz sonora que viene de lo alto: la vida.

Intuición del ser

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Hay un cambio profundo en el paso de una atención controlada a una atención espontánea, no sujeta, expandida. En los Yoga Sutras, Patanjali formula la posibilidad del conocimiento liberador (tarakajnana) mediante un destello de luz sapiente (pratibah), a través del conocimiento intuitivo. Supone un estado que trasciende los demás, en el que la concentración (dharana), la meditación (dhyana) y la interiorización (samadhi) a partir de su dominio completo (samyama) conducen a un conocimiento de todo en conjunto (sarva), que deviene espontáneo y que medita –por tanto- en atman , el sí mismo, en la verdad plena de vivir “lo que es”. “A partir de ese destello iluminador [pratibah] el yogui lo conoce todo [esto es, al atman ]”, señala Vyasa. Pues atman significa “yo” por encima del ego, conciencia del Sí mismo, no identificación con la individualidad que el “yo” ilusiona, sino experiencia en sí misma, observación entregada y fundida con lo observado. Sin duda que puede el ser entregarse a

Sueño de amor

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Eres la tierra del sendero, el aire que me acerca contigo hacia ti, región primera y última, canción de siempre que serena, batiente de luz, semilla del ahora que nace en dulce encuentro y trasciende sus esperanzas de lo alto hacia la realidad del amor. Tiempo sin dimensión, espacio de lo eterno, noche sosegada de Dios, yo te canto y te abrazo en íntimo silencio, contigo hacia ti, en vivo sueño de amor.

Identidad y realización

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Los procesos mentales no representan lo que somos, son únicamente manifestaciones temporales, impermanentes. Toda identificación, toda realidad concebida como algo que delimito, supone una ficción para la identidad, pues la identidad se identifica en su “desidentificación”, es cuando gana su verdadero nombre, el nombre sin nombre, no coartado, no restringido, el nombre que todo lo nombra, la voz que a toda luz da voz, el sujeto que se mece mezclándose en la conciencia pura e ilimitada, siendo ella, tal identidad en apertura, en toda manifestación que se presenta. ¿Qué sujeto no desea realizar tal liberación? Serlo todo sin obligarse a ser algo en concreto, ser eterno sin cargar con el peso de la eternidad, ser uno y diverso y libre, libre solamente, para andar en el constante encuentro de su libertad. Pues si todo fuera ganado, si algo hubiera que ganar, tendría que haber un final cuando lo ganado es conquistado, pero todo trasciende esa línea, cuando la búsqueda es el camino y el ca

El meditador

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El meditador sabe que en el fondo de su alma se encuentra un silencio; y también conoce –y se le desvela- la sílaba sagrada del comienzo, aquella que se abre a la conciencia y surca los mares de la quietud, entrelazando su ánimo con la dicha serena y el amor. El corazón del meditador late en apertura al ahora, se unifica en un saber que todo lo contiene, de donde nace todo lo posible: el espacio infinito del ser intensamente observado, las aguas cristalinas de la visión interior reposando en la región flotante de lo etéreo, de lo inabarcable, de lo intangible… donde afloran la luz y los fenómenos que sueñan soñarse a través de su lúcida vigilia. Y reconoce en el silencio a esa luz misma que da forma al mundo, al sol y a sus sonoros amaneceres en expansión. El meditador despierta a la luz del ser y camina junto a ella, hallando las formas nacientes que dan vida al ritmo del mundo, siendo testigo de ello, como aire que se suspira a sí mismo y vuela libre en su eterna dimensión de espac

Reconocimiento del amor

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Un organismo está sano al existir cooperación y entendimiento entre todas sus partes, entonces decimos que hay equilibrio y armonía. El efecto de ello es la salud, también la belleza o la virtud, por supuesto la creatividad. En la facultad o capacidad de crear hay un orden implícito dando forma a una realidad, si no hubiera ese orden implícito la realidad o la forma no podrían tener lugar. En la suma de las partes no acontece conflicto causado por las diferencias cuando cada una ocupa su lugar –su centro- y no desea sustituir a la otra. Con el egoísmo o la voluntad de poder hay un silencio que desordena, contrariado, pero que a su vez se busca en la armonía; y cuando ese silencio es escuchado la armonía regresa, cuando ese silencio no es ensordecido por el caos el ritmo se mantiene y las partes permanecen unidas en su equilibrio orgánico. Hay una liberación al comprender esto, que deviene del reconocimiento del amor como resorte de todo fundamento. En ese reconocimiento aflora la conci

Conciencia es mi nombre

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Turiya La noche me despierta, tu voz me ha llamado, voz de un sueño aún más profundo que respiro y sobrevuelo. Es tu noche el silencio, el despertar a lo despierto. Es tu voz la llamada, el claro decir de las cosas sin nombre. Despierto, sueño, soy eterno. Digo con tu voz las voces sin nombre. Digo con tu noche las luces que duermen. Tu voz, mi voz, pero ¿quién responde? Tu noche, mi noche, pero ¿quién duerme? Claros pasos que se encuentran con el ser que se esconde. ¿Pero dónde? En la noche, muy profundo, donde tu voz es mi nombre. Y así me he llamado, yo soy el hallazgo que nunca duerme. Conciencia es mi nombre sin nombre. Ver poema en vídeo, con música y fotos: Conciencia es mi nombre (Poema espiritual) from José Manuel Martínez Sánchez on Vimeo .

La iluminación es eso

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«Eso» es la esencia de todo, es lo que no se puede nombrar y está en cualquier parte. Lo señalamos al señalar cualquier cosa, porque está ahí, todo lo interpenetra, está a la vista donde quiera mirarse, de forma directa. «Eso» es el ser y el ser es «eso» que todos somos, en todo espacio ilimitado de percepciones, vivencias, emociones, pensamientos y no pensamientos. Dentro y fuera, más allá de cualquier división. «Todo eso» lo señala la propia vida en su total manifestación, por ello decimos que la iluminación sucede, que se traduce en una forma actualizada, liberada, de presenciar las cosas. Con la mente señalando a «eso» que es su ser.

La búsqueda es el encuentro

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La búsqueda es el encuentro. Si nos movemos hacia la búsqueda posponemos el encuentro, pero al mirarlo cara a cara ya estamos en él. En todo hecho espiritual ocurre esto, tiempo y espacio desaparecen y todo se desprende en la inmediatez. La velocidad de la luz al cuadrado se queda incluso corta para definir esta inmediatez. Por eso se dice que “el buscador es lo buscado”, la búsqueda es el hecho completo sin necesidad de proyección, es la realidad clara que podemos presenciar. No hay objetivo ni meta en el ser que se vive intensamente, constantemente. La plenitud es vivida en su esplendor. La búsqueda está aquí, en el mismo sentir del ser que se busca, en la atención plena al hecho vital. La pregunta “¿Quién soy?” conlleva una sensibilidad intrínseca hacia el hecho vital. Tras cada palabra, tras cada pregunta queda un silencio. Es el pensamiento el que desea responder y romper ese silencio imaginando una realidad paralela llamada lenguaje. Pero tras cada pensamiento también hay un

ENTRADAS AL AZAR