Una dicha radiante de ser
La vida, en su canto dichoso, proclama la verdad a cada
instante. Más directo que el instante incluso es el ahora, este aquí sin tiempo
y de realidad total e inigualable. Ya eres todo. Tú eres la paz. Tú estás aquí
antes que la mente y el mundo. Eres el testigo que todo lo presencia, testigo
silente e inamovible que es paz perpetua, conciencia desnuda, rebosante reposo
de amor y luz.
Abraza esta dicha, la dicha de Ser lo que eternamente nunca
has dejado de Ser. La verdad nunca puede ser borrada por las apariencias, la
verdad siempre resplandece. Sólo hay que mirar adentro, desde el corazón, desde el amor que confía en su Ser,
en su pálpito natural, en su sentido íntimo, para ver lo que Somos, lo
evidente.
Qué gran paz es esa: amar al amor, a ti mismo, a tu Ser.
¿Cómo no abrazar la totalidad? ¿Cómo no escuchar esa canción de amor que
pronuncia constante tu nombre? ¿Cómo no navegar por ese mar calmo que hace
bailar al alma en sereno oleaje de silencio?
La dicha de ser te abraza siempre en la conciencia.
Entrégate pues, sin reservas, a ella. Y encontrarás mucho amor, infinito amor,
un amor que ama naturalmente, como un sol radiante, derramando vida y luz
ilimitadas.
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Un abrazo.
Gracias.