Realidad no dual

No puede haber ego sin atención. Pero puede haber atención sin ego. Esto último es el estado de meditación, la mente clara y pura. Esta es la naturaleza de la mente -o mejor dicho, de la no mente- del Buda. Solo esa mente -no dependiente de la realidad egótica y condicionada- puede acceder a la dicha, a la armonía verdadera, a la paz genuina que brota del interior, pues para que el sol resplandezca las nubes han de apartarse. 

La atención natural -antes de que el pensamiento aparezca- es la puerta a la realidad de la conciencia pura. Cuando esta realidad se va haciendo más evidente, más presente en nosotros, vivimos espontáneamente la libertad de ser en conexión profunda con lo que verdaderamente somos: presencia y paz momento a momento, en un presente sin tiempo, abrazando con apertura amorosa cada instante, sin luchas ni resistencias, sin temores o expectativas, simplemente entregados al ahora, sin querer apropiarnos de él, fluyendo con él, con este sueño misterioso que es existir, que es vivir, haciendo sin pensar “yo hago”, siendo sin pensar “yo soy”… Pues si decimos que somos, ya es el ego, la mente, quien se apropia de ser. 


Como expresó el psicoanalista Jacques Lacan, al referirse a lo real y refutando así el ‘cogito’ cartesiano: “yo pienso donde yo no soy, por lo tanto yo soy donde yo no pienso”. Una frase que podría pertenecer también a Ramana Maharshi o a Buda, pues al final, la razón más lúcida, al contactar con la realidad no dual, deviene silencio y claridad de la conciencia. 


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