Claridad del silencio
Subyace algo muy profundo en el silencio, una apertura llena de claridad que corrobora al espacio su inmensidad latente. Esta inmensidad puede ser vista en la propia conciencia, como paisaje y orbe interior reposando en lo ilimitado. El silencio es escenario de la creación misma, de todo acontecimiento, a través de su no-hacer. Es el corazón secreto de las cosas, el motor invisible de todo nacer. Al estar con él, al no olvidar su ausente presencia, su pacífica compañía, la conciencia es capaz de ver el ir y venir de los fenómenos sin ser tocada ni modificada, pues no hay nada que tocar ni cambiar cuando se reposa en la desbordante perfección de lo que es. La presenciación asentada en el silencio es completa por naturaleza y desde ahí uno ya es y puede ver lo que siempre ha sido: este momento que sucede, conteniendo el momento solo del suceder en la claridad del silencio, colmando la raíz misma del tiempo y del no-tiempo, en una dimensión única y plena: la del Ser.
Comentarios
Como remarcaba siempre Bhagavan Ramana: "uno sólo tiene que enderezar su perspectiva". Identificarse con lo que siempre está, no con lo cambiante, con lo aparente, con lo dimensional.
Iluminador, muchas gracias José Manuel por esta luz bajada hasta nuestra conciencia.
¡Cuan profundo es el silencio de Dios!
Te dejo cariños fraternos desde el confín austral!
Por ejemplo, dices: “La conciencia es capaz de ver el ir y venir de los fenómenos sin ser tocada ni modificada, pues no hay nada que tocar ni cambiar cuando se reposa en la desbordante perfección de lo que es”.
Lo Que Es. De eso se trata. Lo indescriptible, presentado aquí como la presencia misma.
Incomparable sabor de lo incomparable en tu escrito, José Manuel. Un abrazo.