Claridad del silencio

Subyace algo muy profundo en el silencio, una apertura llena de claridad que corrobora al espacio su inmensidad latente. Esta inmensidad puede ser vista en la propia conciencia, como paisaje y orbe interior reposando en lo ilimitado. El silencio es escenario de la creación misma, de todo acontecimiento, a través de su no-hacer. Es el corazón secreto de las cosas, el motor invisible de todo nacer. Al estar con él, al no olvidar su ausente presencia, su pacífica compañía, la conciencia es capaz de ver el ir y venir de los fenómenos sin ser tocada ni modificada, pues no hay nada que tocar ni cambiar cuando se reposa en la desbordante perfección de lo que es. La presenciación asentada en el silencio es completa por naturaleza y desde ahí uno ya es y puede ver lo que siempre ha sido: este momento que sucede, conteniendo el momento solo del suceder en la claridad del silencio, colmando la raíz misma del tiempo y del no-tiempo, en una dimensión única y plena: la del Ser.

Comentarios

Ganapati ha dicho que…
"Desde ahí uno ya es", ¡qué profundo!.
Como remarcaba siempre Bhagavan Ramana: "uno sólo tiene que enderezar su perspectiva". Identificarse con lo que siempre está, no con lo cambiante, con lo aparente, con lo dimensional.

Iluminador, muchas gracias José Manuel por esta luz bajada hasta nuestra conciencia.
Eva Magallanes ha dicho que…
Hola José Manuel, un gusto llegar a Las Letras del Aire... en esta civilización contaminada por tantas lacras y también por la contaminación acústica... un sistema que exacerba la información a pesar de la mayor parte de las veces estar tan incomunicados... resituar el SILENCIO en el centro del SER y abrir caminos para llegar allí y disfrutarlo, siento es hoy en día un salto evolutivo que la humanidad necesita dar con urgencia.
¡Cuan profundo es el silencio de Dios!
Te dejo cariños fraternos desde el confín austral!
FURIA DEL LAGO ha dicho que…
Esta descripción, lo mismo que otras que has puesto en este blog, convierten al estado poético en una puerta para entrar en ese paisaje que llamamos “uno mismo” y que viene a ser el Uno sin dos. Es una puerta nada más, pasar al otro lado ya es cosa de quien se anime a dejar atrás la dualidad, el fenómeno, el mundo de las apariencias.
Por ejemplo, dices: “La conciencia es capaz de ver el ir y venir de los fenómenos sin ser tocada ni modificada, pues no hay nada que tocar ni cambiar cuando se reposa en la desbordante perfección de lo que es”.
Lo Que Es. De eso se trata. Lo indescriptible, presentado aquí como la presencia misma.
Incomparable sabor de lo incomparable en tu escrito, José Manuel. Un abrazo.

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