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Mostrando entradas de 2025

Todo es espontáneo

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Hay en el fondo de toda búsqueda espiritual una trampa sutil: la ilusión de que somos sujetos autónomos que pueden alcanzar la verdad, apropiarse de ella y hacerla suya. Pero, hemos de darnos cuenta de que no somos el centro desde el cual emana la experiencia; somos, más bien, la expresión momentánea e impersonal de una totalidad que no se deja poseer. Pensarse como dueño de la propia existencia es aún moverse dentro de los límites del ego, ese artificio que se aferra a la idea de control. Pero la vida verdadera —la que fluye sin nombre, sin medida, sin propósito— no obedece a ese yo construido. Ella se vive a sí misma a través de nosotros de forma espontánea.  De ahí que el despertar no consista en alcanzar algo nuevo, sino en deponer el artificio del dominio. No se trata de ganar claridad, sino de dejar de interferir. Cuando el yo cesa de imponer su narrativa, la vida revela su unidad silenciosa, más allá de la dualidad entre sujeto y objeto. Habitar esta comprensión no es retira...

La quietud que todo lo sana

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  Hay un momento en el que ya no queda nada por hacer. Donde el pensamiento se cansa de girar en círculos y el corazón, extenuado, deja de buscar. Ese momento, lejos de ser una derrota, es una puerta. Es la entrada silenciosa al espacio donde todo se ordena de nuevo. En esa quietud, sin esfuerzo, empieza a emerger algo más profundo: una inteligencia sin palabras, una calma que no necesita explicación. No es que el mundo cambie; cambias tú. Y al cambiar tú, tu mundo se vuelve habitable. Sueltas todo lo que no necesitas, te vuelves más vacío y ligero, dejas que el ego se transforme en un testigo silencioso, en una presencia serena. A veces creemos que sanar es entender, explicar, arreglar. Pero lo que más cura no es el análisis, sino la presencia. Estar sin juicio. Estar con lo que hay. Estar sin querer que sea distinto. Dejar que la emoción se despliegue y se disuelva por sí sola, sin que el ego la manipule. En ese acto de presencia amorosa, las heridas encuentran su cauce y la ment...

La ligereza del soltar

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Nos hemos pasado la vida resistiendo. Resistiendo al dolor, a la pérdida, a la incertidumbre, e incluso a la alegría cuando se siente demasiado inmensa. En el intento de controlar lo incontrolable, hemos tejido una red de tensión que nos atrapa en un estado constante de lucha. Pero ¿y si la salida no fuera luchar más, sino soltar? Soltar no es renunciar. Es confiar. Es dejar de empujar contra la corriente y flotar en la dirección de lo real. Es permitir que las emociones surjan como olas, sin juzgarlas, sin reprimirlas, sin aferrarnos. Cuando soltamos, no estamos perdiendo nada. Estamos volviendo al espacio interno donde nada falta. La verdadera transformación no se logra por el esfuerzo del ego, sino por su rendición. Es en la entrega donde emerge la ligereza. Como el globo que asciende al dejar caer lastre, así el alma se eleva al dejar ir sus cargas invisibles: la culpa, la ira, el miedo, la necesidad de tener razón. No se trata de cambiar el mundo, sino la forma en que lo habitamos...

Solo Ser

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“Lo que parece surgir no ha nacido realmente;  lo que parece ser el yo, es una proyección mental”   ( Māṇḍūkya Kārikā , III.27).   Conocer al Ser no es descubrir algo nuevo, sino presenciar lo que Eres. Al mirar hacia dentro, el que busca se disuelve, y solo queda el Ser: sin nombre, sin forma, sin segundo. Serlo es conocerlo. En el silencio del corazón, donde cesan los pensamientos y el tiempo se disuelve, brilla la luz sin forma del Ser. No se alcanza caminando hacia fuera, ni se aprende como una idea más. Conocer al Ser no es observarlo desde la distancia, sino despertar a la verdad de que tú ya eres Eso. No hay dos: el conocedor y lo conocido se funden en una sola Presencia. En ese instante sin esfuerzo, cesa toda búsqueda y solo queda la paz desnuda de Ser. La vida no ocurre en otro lugar ni en otro momento: sucede aquí, justo donde estás. La mente corre, planifica, teme y recuerda, pero el cuerpo siempre está presente, fiel testigo del instante. Al regresar a los se...

Habitar el ahora

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La vida no ocurre en otro lugar ni en otro momento: sucede aquí, justo donde estás. La mente corre, planifica, teme y recuerda, pero el cuerpo siempre está presente, fiel testigo del instante. Al regresar a los sentidos, al simple acto de respirar o escuchar con atención, recuperamos el asombro y la claridad que creíamos perdidos. En lo cotidiano se esconde lo sagrado, y en la quietud, la sabiduría. Habitar el ahora es un regreso a casa: el único lugar donde podemos verdaderamente ver, comprender, sanar… y ser. *** El presente, el único momento real, es continuamente ignorado. Vivir verdaderamente significa habitar este instante, no como un esfuerzo, sino como un estado de dicha y ofrenda al ahora, como una entrega amorosa. La presencia no se alcanza a través de la voluntad, sino a través de la rendición. Estar aquí, ahora, significa dejar de lado el juicio, abandonar la mente que siempre analiza, compara y teme. La atención plena, entonces, no es otra cosa que un estado de presencia s...

Antes de Yo Soy. Sobre las enseñanzas de Nisargadatta

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En el corazón de las enseñanzas de Sri Nisargadatta Maharaj se halla una afirmación radical y profundamente transformadora: todo el entramado de la experiencia —cuerpo, mente, emociones, mundo— surge en la conciencia de ser, en la simple y luminosa sensación de “yo soy”. Esta afirmación, que podría parecer una fórmula filosófica o un enunciado metafísico más, es para Maharaj la llave maestra que abre la puerta al conocimiento de lo real. Pero no se trata de un conocimiento acumulativo, sino de una intuición silenciosa que desmantela el edificio entero de lo falso. Desde sus primeras declaraciones, Nisargadatta nos advierte que este “yo soy” no debe confundirse con el yo personal ni con el ego individual. Se trata de una conciencia no conceptual, previa a todo contenido mental: “Antes que la mente –yo soy. ‘Yo soy’ no es un pensamiento en la mente; la mente me ocurre a mí, yo no le ocurro a la mente” (« Yo soy Eso» ). Aquí ya se revela una inversión completa del orden habi...

El silencio sana

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El conflicto solo está en la mente. En el silencio no hay conflicto. Cuando haya conflicto simplemente obsérvalo; y entrégalo al silencio. Confía en el silencio.   Ese pensamiento-emoción que crea el conflicto nace y se disuelve en la conciencia sin tocarla. La mente no modifica la conciencia. El silencio natural del ser es la esencia pura de la conciencia, que es tu verdadera naturaleza. Así que realmente no es que tengamos que ir al silencio, no es un movimiento, pues al comprender nuestra verdadera naturaleza simplemente descansamos en ella. Esta comprensión no es intelectual, es una experiencia directa al alcance de todos, pues es la experiencia directa de nuestro ser la que queda revelada en la presencia silenciosa.

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